Lacan desplegando la teoría del significante se va a remitir a un inicio, llegando por el camino regresivo hasta la investidura de la primera huella que sólo puede ser traducida por un grito, también una anterioridad de la palabra. Este grito o llamado instala la demanda sobre el otro que se siente llamado a realizar el acto que el sujeto, en su primera indefensión no puede realizar, y es aquí que el acto reflejo de la descarga motriz se transforma en el inicio de la subjetividad. El grito llamando al semejante, dejará en ambos una marca imborrable y transformará la memoria de la huella, en la rememoración alucinatoria que deja de lado el organismo que busca la homeostasis, para instalar una nueva dimensión, la del placer que luego se transformará en placer de desear, olvidando el camino de la satisfacción de la necesidad, y estableciendo la discordancia primera entrae lo biológico y lo psiquico.
La pérdoda de la satisfacción de la necesidad, de aquella primera experiencia de sastisfacción, que de ahora en más será perdida y nunca reencontrada, instala la nostalgia de un primer encuentro perdido pero inolvidable, e instala el tiempo de la repetición en esa búsqueda, la de una percepción imposible que la alucinación tratará de reeemplazar peo que no alcanza.
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