martes, 10 de febrero de 2009

Nos encontramos a las 7 en el bar

A mi un café, a mi un vino fresco.
Habíamos llegado al café de todas las tardes pero esa era una cita especial. Ahora se trataba de otra cosa. Habia que ir a luchar por la vida de los indígenas del Norte, y también por los del Sur.
-Pero a mí que me dieron, qué les puedo dar.
-Acá hay otra cosa. Hay vos distinto que yo.
Permitime que me enfrente y te diga no, a mi medieron su humanidad, la historia, la piedra y la tristeza.
-Podemos ir a votación sumar y dividir la cosa, vendernos por un pedazo de pan de ayer, pero a pesar de eso, yo no puedo, es un alivio si me abandonase un poco la boca hambrienta con la que convivo y que me pide un poco mas ¿Pero hay mas?.
-Yo quiero ir, tengo que ir, no por mucho tiempo, que me toque un poco la llovizna de los cerros, que me toquen esas bocas y esos ruegos.
-No podría nunca embarracharme con ellos, ni amar su música.
-Que pocas ganas de construir tenés, o de que alguien te pida algo.
-Qué me querés enseñar, La Amistad, La libertad, Los pueblos?
-Imposible solucionar nada, cordón sentimental totalmente extinguido.
-Yo no tengo la culpa, me quedo, no voy a pelear con ellos y no tengo culpa, lo único que me gusta de ellos es su extraña permanencia en la tierra, sus rostros tallados en la roca, su silencio, esa manera de tocar la tierra con los pies descalzos, sus manos tocando las nubes, sus dioses, y las ruinas de una civilización que me deja siempre anonadado.
-Hace dos horas que estamos con lo mismo, porqué no dejás que decida por vos.
-Sí, pero no estoy de acuerdo
-Yo sí, seguimos divididos, pero la libertad...
-La libertad, oh... a qué nivel, huyamos, o mejor comencemos de nuevo.
-A mí un café.
-A mí un vino fresco.
Enviado por Azul Masculino

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