lunes, 13 de abril de 2009

Leyendo a Miguel Menassa

XI

Vino de tarde y me contó su vida, 
con todo lujo de detalles, íntimos.

Sin esperar siquiera que yo hablara,
me contó sus amores.

Al rato bostecé y ella sin más me dijo:
¿entonces no me amas?
¿es mentira que has estado escuchándome?
¿es tan brutal la vida?

Yo terminé el bostezo
y le cogí la cara con mis manos.

Ella convulsionó sus ojos,
tembló todo su cuerpo,
abrió, sin compasión, sus labios.

Yo dejé caer mis manos al viento
y el viento devoró nuestras miradas.

Sin mirada, sin brazos,
caímos, sin esperanzas, de rodillas,
uno encima del otro
y comenzamos a llorar.   

                                                                                                                    Del libro "Amores Perdidos"

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