viernes, 12 de febrero de 2010

¿Perversión? o ¿Cultura?

Cuarta parte

Escribir siempre es un vértigo, siempre una transgresión, un movimiento exagerado, un encuentro fatal.
Solo, extraviado en un mundo donde los sinsentidos son sus desviaciones, atentando contra mi propia manera de vivir, escribo.
No me beses en los ojos amor mío, que quiero imaginar.
Perdonen la palabra del poeta, él tampoco nos pertenece.
Su voz es la tormenta de nuestra voz.
Su canto es el estallido de nuestro canto.
El cuerpo del poeta yace a mil kilómetros de profundidad, es inalcanzable.
Antes era el olvido
jazmines sin perfume.
Antes era solo la persistencia de su piel.
Fragancia de la nada.

Nada me espera en esta solemne tarde de fin de verano.
Nadie acoje en su lecho a quien sabe que estamos condenados a vivir.
Aspiro el humo de un cáncer mortal, y veo, es un decir poético, mucha sangre fortaleciendo pequeñas palabras producidas por el azar de las combinaciones.
Reconozco: morir no quiero aunque esa sea la combinación perfecta.
Reconozco: quiero vivir mejor, en ese mundo prometido de hermanos donde mis brazos y mis palabras pertenezcan a un mismo cuerpo.
Reconozco el dolor, reconozco los sobresaltos.
Reconozco la impiedad de la justicia. Sé que alguno de nosotros está muriendo cada día.

Del libro: "Psicoanálisis del amor"
Miguel Oscar Menassa

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