martes, 21 de septiembre de 2010

Estación de tedio

Uno
nunca se siente solo las noches de verano.

Cuando el sol
ha dejado caliente las chapas
y este humo con olor a puerto
que escapa valiente
de mi boca contra el vidrio
y mi nariz contra el vidrio,
haciendo huecos de calor
en esta mañana de muchachas,
de puertos, de gente pequeña a mi lado.

De calles empedradas
mirándome interminables
que me penetran con el sol del ayuno
y me quieren.

Uno
siempre se siente solo las noches de invierno.

Cuando añora el aliento del amigo
entre el pecho y una canción,

cuando ya no se escuchan
las palabras templadas
de la compañera nocturna

y pierde
con el último movimiento que hace
el único calor recuperable.

Miguel Oscar Menassa

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