Sexta parte
Es bueno poder esclarecer en este momento de mi exposición, que cuando hablo de psicosis, de locura, no estoy hablando de los pacientes que aparecen como casos en los libros modernos. Sencillamente no se puede considerar psicótico, o loco, a quien me ha llamado por teléfono para pedirme una entrevista, y luego, aún acepta seguir viniendo y paga a fin de mes o consigue que alguien pague a fin de mes, y no lo puedo considerar loco aunque algunos problemas del lenguaje tenga o bien, delire con alguna cosita o alucine, sin más. Estos pacientes no presentan otra dificultad al tratamiento psicoanalítico que cualquier otro paciente, aunque sea el psicoanálisis de un candidato en formación psicoanalítica.
Otros pacientes son los que plantean la cuestión, a mi entender, estrictamente ética. Estos pacientes que además de tener trastornos del lenguje y algún delirio, alguna alucinación, no pueden hacer todo lo otro. Llamarme por teléfono, cumplir con el contrato, y además, tienen todavía una negatividad por todo, también, por un tratamiento psicoanalítico. Y es aquí donde en lugar de afirmar o negar algo me gustaría hacerme junto con ustedes algunas preguntas:
¿Cómo imponer un tratamiento que sólo es posible, por el lazo que la palabra establece entre el paciente y el psicoanalista, a quien no habla? o bien si habla, habla con una lengua que no es la lengua que hablamos y no que sea un idioma diferente sino que es otra dimensión del lenguaje donde eso de la locura, habla, aunque el sujeto en apariencia no hable.
¿Qué atrbutos debemos concebir en nosotros como psicoanalistas para suponer con nuestra voz, nuestra presencia, nuestro cuerpo interpretante, ese paraíso, esa completud donde el psicótico ha decidido refugiarse?
¿Bajo que deseo interntaríamos rescatar y dar significación a un sujeto que quiere ahogarse en su propia mierda, cuando el espectáculo inhibe cualquier significación? Cómo atreverse, teniendo en cuenta que la mierda ajena es la que tiene el peor olor a menos que un profundo amor (valga la palabra como transferencia) haya aniquilado los receptores olfativos.
¿Cómo atreverse a danzar frente al inmóvil, movimientos posibles?
Cómo decirle al psicótico de buenas a primeras:
Es una vertiente iluminada lo que te detiene.
Ningún vacío, es ningún horror de las negruras.
Lo que te da miedo y bruscamente detiene tu camino
es, simplemente, una luz, una clara visión del futuro, te detiene.
Es una catarata ardiente de palabras, lo que te matará.
Ningún puñal, ninguna daga antigua ni misteriosa.
Lo que te llama a morir, lo que te mata, no es natural,
es, simplemente, por haber gozado, que un día del futuro, morirás.
Me alegra saberte vivo y muerto, al tiempo que te hablo.
Iluminado por un gran poeta por fulgurante luz
y al mismo tiempo, enceguecido, quieto, petrificado.
Ya nadie robará tus amores porque será el deseo.
Ya nadie robará tu pensamiento porque será palabra.
Y ya nadie podrá ser inmortal, porque será el poema.
Miguel Oscar Menassa
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