Quinta parte
Lo que de lo primordial fue condenado como ajeno (nada se abre y se cierra en ese lugar, lo que fue agujero en la cadena de los cuerpos es ahora agujero en la concatenación significante) no retorna como lo reprimido envuelto en hojarasca y ni siquiera podemos decir que retorna como en la represión lo que, precisamente, por haber sido rechazado de manera primordial, se vanagloria de estar allí, sin posibilidad de representación.
Lo rechazado, debemos por ahora pensarlo así, al tiempo, se cobra su tributo y por ser desde un más allá de la represión no será neurosis lo que pida, sino psicosis, así de fácil.
Los delirios son fantasías habladas y este hablar de las fantasías Lacan, entre otros, lo hace partir del yo ideal, aunque preguntándose, aún ¿quién habla, cuando habla el yo ideal?
¿Quién habla de ese yo ideal? Yo, de cualquier manera, ya que el yo ideal no deja de acompañar esa soledad donde el yo cuando no da más (y esto ocurre más a menudo de lo que se piensa) se enamora de eso ideal como la imagen, pero más que anticiparlo lo acompaña. Qué más que someterlo a la agresividad primitiva de la dialéctica de la identificación, lo consuela.
Colgajo de ser que sólo habla por boca de lo que no fue necesario reprimir, porque primordialmente fue ser forcluido, rechazado, puesto fuera, fuera de toda marca posible de simbolización.
Trozo de ser que ya no pertenece ni ha lugar, por eso al querer representar al sujeto en la cadena significante, rompe, desarticula, agujerea.
La ansiedad por deciros algunos pensamientos producidos en mi actividad clínica, me hacen temer no poder hilar mis pensamientos en el sentido de una exposición general que a todos refresque el modo en que la psicosis y el psicoanálisis encontraron su destino.
Hubo, debemos decir, antes de un pensamiento terapéutico sobre la psicosis, una tendencia a la segregación social, a la incapacitación jurídica, a la injuria, a la burla, al castigo y/o a la reclusión en verdaderas fortalezas como infinitas cárceles.
Pero también es cierto que desde principio de siglo, surgen tendencias psiquiátricas moderadas que comienzan a dar al paciente psicótico, si no una solución, por lo menos otro trato. Sin haber comprendido todavía el proceso psicótico, se intentaba comprender al loco. En esta dirección hubo hallazgos y excesos, entre los hallazgos podemos mencionar no sólo algunas frases de Lacan sino toda la corriente psiquiátrica que permite pensar al loco como un ser del lenguaje como nosotros, los psicoanalistas, los psiquiatras, los neuróticos, los perversos.
Entre los excesos para no perdernos podemos mencionar la confusión de la locura con la creación o peor aún hablarle al psicótico en su mismo lenguaje, con lo cual muchos llegaron a volverse locos y ni, aún así, consiguieron hablar el mismo lenguaje que los locos.
Miguel Oscar Menassa
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