domingo, 26 de julio de 2009

VAPORES DE LA NADA



Golpeo con los dientes puertas de hierro

y cuando saltan
de la boca, como cristales rotos,

despedazados nácares

sangrientos,

alguien se apiada

y abre.
Y prefiero la inclemencia

de las puertas cerradas.

Prefiero la intemperie

en los huesos.

Prefiero las secas dentelladas contra los goznes, sordos.
Pero alguien se apiada

y abre.
Y ya ni hierro

ni cristales

ni nácares

ni intemperie

ni goznes.

Solo la levedad inasible

de un fantasma,

vapores de la nada.

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