YO QUERRÍA ESE MAR PARA MI SED
No era preciso recordar ningún oráculo,
después de la catástrofe es inútil contar los resultados,
mañana alguien hará rodar su corazón como un velero
sin temor a las maniobras de fantasmas.
Es tarde para avivar el fuego que ilumina la noche,
es tarde para dejar caer el horizonte que se tragó la bruma,
es un decir demás que los mostruos habitan soledados
porque los veo allí sentados en la silla
mirando el sol detrás de los rosales.
Crujen maderas desgarradas que se lleva de prisa la corriente,
mas allá se agita todo el mundo en su protesta interminable,
inquieto corre el viento sin saber de dónde viene pero lo mismo anda,
y ahora tengo el mar debajo de la ceja
ahogando mis estrellas anhelantes que deben
los minutos prendidos a mi vida.
Ato a mis caderas las piedras de la edad y un cráter rompe la luz
sin resolver ninguna teología,
pero oceánicas olas despiertan un ejército asesino
y quiero tirar piedras a la noche para que te despiertes
y abras los ojos buscando el sol que acalle los tambores del orgullo
y vuelvas a ser dulce en la rompiente
y me saludes otra vez a mí, que a veces como vos, quiero tragarte.
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