jueves, 4 de diciembre de 2008

La sesión escrita

Querida Estela:

Escribo a primera hora de la mañana. Hoy es miércoles, y por la tarde iré al consultorio…

Febrero me da la oportunidad de un día libre. Volviste de tus vacaciones?... cómo habíamos pactado, te escribo diariamente.

Hace algunos días que todo lo que pasa, entra en la cadena asociativa de las vacaciones, o un viaje. Cuando era pequeña, mis padres tenían una casita, chiquita y cálida, en las sierras. Mi madre se preocupaba mucho por esa casa, cada vez que llovía en Buenos Aires, sufría por si llovía en las sierras, y si no llovía, sufría porque La encantada, estaba tan lejos, que ni nos enterábamos si llovía, si una ventana se llegaba a abrir por los fuertes vientos… amaba y odiaba a esa casa.

Comprarla fue idea de mi viejo, le gustaban las sierras, los junquillos de los alrededores, el olor a lavandas en la tardecita.

Nos decía: miren qué montañas!!!!

Son sierras, le decía yo, para mostrarle que estaba equivocado, para saber más que él… Y él respondía: “Esas son cosas de tu madre…”

A mi hermano y a mí, nos encantaba ir a las montañasierras, llegaba enero y mi vieja empezaba a sentir que era difícil dejar sola la casa de Buenos Aires, y se le partía el corazón entre esos dos amores, tan distantes… se le partía el corazón… cuando murió, pensé esa misma frase… se le partió el corazón, entre no querer vivir más sin poder caminar, y el tener que dejarnos a todos sin su presencia.

A mí se también se me partió el corazón, pero otro corazón, ese día me puse a escribir desenfrenadamente, todo me remitía a esa frase “corazón partío”… mitades rojas, negros amos gobernando las mitades, el dolor del amor. Chau Mamá…

La enfermera nos dijo: “no sabemos qué pasó… estaba bien… no nos explicamos”… No explique nada, se le partió el corazón… como aquellos pedazos que dejaba de testigos, entre la ciudad y la sierra. Los vientos que arrasaron las ventanas de su casa, allá en la distancia, le zumbaron demasiado en el pecho… y ese ruido nunca quiso desaparecer. Fue el viento, la lluvia, los tábanos que le susurran desde hace 45 años. Fue eso. No explique.

Querida Estela, nada más que decir, que hasta mañana. Gracias por leerme.

Ana

Fragmento de la Novela pronta a publicar "La Agenda. (del psicoanalista)"

Enviado por Marcela Villavella

1 comentario:

  1. Es que las sierras también son utilizadas para partir. Por suerte tenemos psicoanalistas que tmabién nos atienden por correo.

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