Toda disciplina científica, aunque no se lo proponga, una vez propuesta como disciplina científica en el medio social, interviene en otras disciplinas transformando las ideologías y las filosofías que conciben las prácticas.
El practicante del psicoanálisis practicará dos modos: sobre otros y sobre sí mismo. Cuando se aisla la práctica técnica de esos dos soportes, es decir, el soporte teórico y el soporte del análisis individual, encontramos todos los desvíos de la práctica contemporánea del psicoanálisis; se fijan consejos, se dogmatizan las articulaciones y el fundamento de esa práctica deja de ser, entonces, la teoría psicoanalítica para pasar a ser los modelos ideológicos del Estado, que son los que rigen la producción de sentido en las corporaciones psicoanáliticas.
Así como el deseo inconsciente pierde consistencia, es decir no existe al quedar descartada la articulación teórica que lo produce y las interpretaciones que así dejan de ser psicoanalíticas recaen en su totalidad sobre el quehacer del sujeto, olvidando la sobredeterminación inconsciente que como efecto del trabajo inconsciente, el sujeto padece.
La formación del psicoanalista tendría que ser personal. El recorrido del sujeto por su propio imaginario. Cada imaginario es diferente. El lenguaje es el mismo pero el habla es algo particular de cada uno; por lo tanto el recorrido del sujeto por su propio imaginario no puede ser igual para todos. Aunque las leyes sean igual para todos, no lo son sus cumplimientos y por lo tanto sus sanciones.
Miguel Oscar Menassa
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