lunes, 24 de agosto de 2009

Oda a la ciudad


ODA A LA CIUDAD

Un cielo abierto que se torna difícil,

interrumpido por torres de cemento y espacios que se abren en todas direcciones

para que el hombre que piensa no apoye su cabeza.

Muy cerca del silencio,

ritmos acompasados por relojes de pared que gritan sobre el asfalto

otros tiempos pasados, otras historias de hombres que ya fueron.

Algunos quedaron en el bronce de aquellas calles sin cordura, esquinas, plazas

trayendo en el siempre vivo del bronce a poetas ennoblecidos, algún célebre olvidado, algún patriota enmohecido.

A veces me obligas a leer paredes que lucen una placa: Aquí vivió su profética vida, Aquí murió sin gestos de ternura,

Aquí la mano no llegó a su alcance y ni firma ni papel quedaron en la historia.

Alguna canción inolvidable saliendo de las casas, me enseña que las horas van tomando otras costumbres, que son tal vez reencarnaciones del falo y sus secretos,

y queda flotando un tango sin camino, en la copa de un árbol

sosteniendo el día que ahora es mío en el largo error por el que ando.

Ir y venir en la noche sin sueño hasta llegar al borde de algo

Y las calles se extienden hasta el agua de un río, un río de ciudad cantado en salmos

Un agua que nadie detendrá, un temblor nocturno de violencias calladas

Y la mano se apoya delicada sobre el corazón al entrar en la cortada,

la calle del cuchillo sublimada,

La impenitente tierra firme de las sombras,

Donde el varón pierde su equilibrio y cae enamorado en unos brazos.

Un vaso compartido a medianoche,

una elocuencia desmañada, un saber de la vida vuelto humo en cafetines que hacen caer las lágrimas.

Respuestas puras saliendo de esas bocas liberadas de dioses

donde cabalgan sueños.

En un paisaje viviente paso apretando mis muslos para no perder el paso,

y las hojas otoñales crean remolinos y formas demenciales a mis pies y la ciudad me vuelca, me vacía, y distrae mi frío,

suave cristal partido de noches entornadas.

A lo lejos y siempre está lo lejos,

alguna historia mal parida, alguna razón que no sabe de palabras,

Y echo a andar pero te miento, no estoy en ti, estoy sobrevolando

en este airado hogar, donde acontece la niebla matutina,

el canto postergado de algún gallo,

La paloma avanzando en las cornisas

El gorrión que extraña a su gorriona

El latido con pausas del semáforo.

Y esta antigua amistad tallada entre la ira y el escándalo

rociada siempre de voces increíbles, creando juegos para tocarte el alma

parados en el sol del mediodía, entrelazando brazos, corriendo por las risas,

asegurando rostros conocidos, algún encuentro hablado en el idioma de la carne,

la guardia baja para engañar al enemigo, y el salto del caballo ganando la partida

sacando chispas de otros tiempos, el hierro derritiéndose en la fragua,

los silbos convertidos en palabras, no importa el lecho

porque cuando todo calla, te encuentro en medio del cemento y de la piedra

¡Oh... valle convertido en cúpulas al aire, corriendo como corren los tiempos del progreso,

reinventando los fuegos, extendiendo los márgenes

volviendo de las sombras día a día, confabulando hazañas,

desastres y bajas naderías, políticas del hambre fracasadas,

motivos de algún plan inexcusables.

Me llevas a intentarlo una vez más,

todo vuelve a empezar,

estoy en tus comienzos,

Donde se apoya la cabeza del hombre que piensa

Muy cerca del silencio, te camino.

Norma Menassa.


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