Cuando vuelvas por el camino de la tierra
no detendrás tu mano ni ninguna palabra
me recordarás simplemente tendido y esperando
que el viento y la lluvia
mojen o enfríen
ay, tu quieto, tu terco corazón.
No volverás florida
ni empecinadamente revueltos los vestidos
ni nada de alegría
en tu cuerpo de haber estado antes en la ciudad
y antes todavía en el campo.
Mi amada, en esta realidad puñados de oro
saltan y golpean para que el río vuelva.
la soledad no vuelve o no es la misma.
El río no vuelve.
El amor puede quedarse dormido entre las sábanas
o las escaleras del puerto
donde los rufianes con sus amigos y los pescadores
lentamente silban su dolor
porque no viene nadie.
Amada, aquí no hay río que humedezca y alegre tu piel
Aquí la soledad.
Miguel O. Menassa
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