jueves, 13 de enero de 2011

Leyendo a Miguel Menassa

La sexualidad es la sexualidad, la vida es otra cosa, vida sin sexualidad no hay o hay más o menos, pero una vez que uno tiene sexualidad, la vida tiene muy poco que ver con la sexualidad. La vida toda tiene que ver con la sexualidad, cuando no la tengo , la tengo reprimida o enferma. Cuando la tengo, la sexualidad es una cosa común, como comer, cagar, follar, escribir, eso es la sexualidad, ir al cine, todos los verbos, besar, amar, tocar, leer, tirar, romper, estrujar. Esa es la sexualidad, cuando la tengo, es parte del lenguaje, son las palabras la sexualidad. El manejo de los verbos, cuantas más declinaciones sé, cuantos más tiempos de verbos sé, más se enriquece mi sexualidad. El resto pamplinas. ¿Pero qué pasa cuando la tengo? Eso es el lenguaje que ya tengo, que ya me es dado por ser humano, ya me es dado por haber atravesado el Edipo, ya me pertenece como ser humano, ya no es una preocupación y, además, no es la vida.
Cuando se elabora la madre, después hay que elaborar el mundo. Cuando se supera a la madre, después hay que superar las trabas del estado. Las trabas de los profesores, de las instituciones, las trabas de los libros, las trabas de la cultura, las trabas de los estados que, como ustedes saben, son las trabas que impiden que cualquier hombre o mujer sean grandes, es decir, una gran mujer, un gran hombre, se forja contra las trabas del estado, las normas de la familia, las normas sociales, las normas institucionales.

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