"Y si es necesario confesarlo, lo confieso: Yo, también, fui temblando a mi primera sesión de psicoanálisis, pensando que nunca más besaría a nadie con pasión, que jamás escribiría un verso.
Después para vengarme hube de escribir más de mil páginas y hube de besar a más de mil mujeres, esa cifra bastó para sentirme vencido por la verdad: La pasión no se termina porque no existe como tal, se genera entre las personas, entre las palabras, entre los acontecimientos.
Estoy recordando en estos espacios los gloriosos días de mi juventud, donde hablar era una pasión, tal vez, la más poderosa pasión de mi juventud.
Hablar era más que comer, era irse enredando en situaciones, amores, traiciones, triunfos, derrotas que jamás hubieran sido mi vida si me hubiera faltado la palabra."
Miguel Oscar Menassa
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