lunes, 14 de febrero de 2011

Un fuerte viento insiste: todo ha terminado

Cantando las vidalas
hago estallar obúes misteriosos.
En plena boca llevo un profundo amor
y pólvora
y diamantes
y una guitarra seca por el odio
y un contrabajo viejo llorando enloquecido.

Sed,
murmullo de aguas y montañas.
Lagos,
grotescas piedras en la cabeza de los hombres

La música de fondo es un violín desesperado.

Soy el que desafina hasta el hastío.
Miro mi vida y canto, miro su vida y canto,
soy un cantor que dice de la vida,
tengo asperezas siempre.

Me gustaría ser alto y delicado,
tener amor todos los días
y un manantial de leche fresca para el amor
y aguas
y música de aguas
y silencios de mares
y olores,
rasgos de mi ser para las ceremonias del encuentro.

Alto y virginal, celeste,
casi inalcanzable,
escondido entre las plegarias,
vuelo hacia tus entrañas,
desgarro hímenes y velos,
hago saltar tus vestiduras por los aires,
sostengo entre mis dedos temblorosos tu desnudez,
agonizo.

Miguel Oscar Menassa

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