La poesía tiene la gracia de poner en ella el acontecimiento y consigue mantener sus características de acontecimiento.
Cuanto menos puedan narrar lo que les hizo vibrar del poema, el poema es mejor, se considera más universal y son esos poemas que están indicados para hacer la lengua permanente, lo que permanece en la lengua son los acontecimientos. En general, los acontecimientos con el paso de los años se van transformando en vida cotidiana. El poeta es el encargado de hacer permanecer aquello que va a pasar a la cotidianeidad, aquello que va a ser la vida cotidiana de los sujetos de la tierra.
Hablando de la escucha analítica y de la función poética, la función poética también estaría facilitada en el consejo que todo psicoanalista les da a sus discípulos: antes de sentarse en el sillón hay que olvidarse fundamentalmente de dos cosas, todo lo aprendido en los libros y todo lo que me interpretó mi psicoanalista.
Si me quedo sin lo que me interpretó y sin lo que leí en los libros, tengo que interesarme por el lenguaje, tengo que poseer en la escucha el imaginario universal, tengo que dar paso a mi deseo inconsciente; no quedo despojado de todo, quedo despojado del yo, de la razón, del conocimiento, pero no quedo despojado del saber inconsciente, el saber inconsciente es universal, es decir, sin la poesía no hay psicoanálisis. Sin la función poética en la escucha analítica no puedo interpretar. El momento en donde práctica teórica y práctica técnica ocurren, ahí, eso es la praxis.
Miguel Oscar Menassa
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