jueves, 10 de septiembre de 2009

Leyendo a Miguel Oscar Menassa

LA MUCHEDUMBRE

A Sergio

Nada se sabe de ella hasta el estallido,
la muchedumbre calla su verdad.

Nada se sabe de ella,
porque no es ella una mujer que dice:
venidme a prender,
soy la muchedumbre, tan coloquial y ancha,
brutal y natural amada,
sobre las crujientes olas del hastío.

La muchedumbre cuando nace no deja nada en pie.
Una manada de palabras,
de sangre y de palabras,
de sangre amarillenta y luz
y leche fresca
y podrida leche entre los ríos
y el pus maravilloso estallando en las tripas,
saliendo a borbotones.

AMARILLENTA libertad
vago entre las fronteras de lo que fue dolor
Toda ruina anonadada de mi ser.
Soy,
la voluptuosa agonía de las grandes enfermedades,
agonía donde la sangre -rojo y percal-
entra en los ojos,
donde la sangre -galope y furia-
deja en el pecho,
un ruido interior a ser humano,
incompatible con las cumbres.

Mareas y delirios,
búhos nocturnos y búhos del amor.
Búhos atolondrados por el sol,
sacudidos por la violencia del sol,
búhos descuartizados.
Imperfectos pedazos de sol entre tus carnes,
búho de la libertad,
femenino y feroz,
búho de la muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario