miércoles, 22 de abril de 2009

LA LLAMARADA DE LA PUBERTAD

 

En la pubertad vuelve la sexualidad infantil antes reprimida, con mucha fuerza, queriendo manifestarse. Entonces, una oleada de represión es necesaria, con mayor intensidad. Aparece nuevamente la masturbación, que debe volver a ser reprimida, y aparecen las fantasías con los primeros objetos de amor, los padres, que necesariamente también, ahora sí, definitivamente, deben ser reprimidos, y abandonados como tales, porque la ley obliga a ello, la ley del incesto.

Desde el lado psíquico, se consuma el hallazgo del objeto, preparado desde la más tierna infancia. Cuando la primera satisfacción todavía estaba ligada a la nutrición, la pulsión sexual tenía un objeto fuera del cuerpo, el pecho materno; lo perdió luego, después la pulsión sexual se satisfizo de manera autoerótica, y sólo después de la latencia, se restablece la relación originaria: se vuelve al pecho materno, por desplazamiento, en su sustituto, es decir, que el hallazgo del objeto más que un encuentro, es propiamente, un reencuentro.  

En la pubertad reaparece la elección incestuosa del objeto amoroso, pero ahora con la fuerza de la libido renovada. En este punto el adolescente deberá realizar el gran trabajo de separarse de sus padres y solamente al haberlo concluido dejará de ser niño. Desligar sus deseos libidinosos y hacerlos recaer en un objeto real no incestuoso; si ha conservado hostilidad con el padre, reconciliarse con él, o emanciparse de su tiranía, si a raíz de su rebelión se convirtió en sumiso.

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