martes, 30 de junio de 2009

Mujeres en el arte

Poema de Pessoa para hoy

No la que dás, la flor que tú eres quiero (*)









 

No la que das, la flor que tú eres quiero

Por que me niegas lo que nunca pido

Tiempo habrá de que niegues.

Después de que hayas dado.

Flor ¡ Seme flor! . Si te cogiese avara

mano de infausta esfinge, tú perenne

sombra errarás absurda

tras lo que nunca diste.


(*) Ricardo Reis ( heterónimo )

Oleo Sobre Lienzo, Miguel Oscar Menassa

Mirando la nostalgia, año 2000.

UN POEMA DE NORMA

INVOCACION A LA CRUZ DEL SUR
 
En la llanura con olor a noche miro a lo alto
y dejo que pasen a mi lado los que andan y ruedan
mientras sube un vapor de pastos estrujados
y se oye el silencio de pájaros dormidos.
Manso y de pié como un monarca enardecido
muestra la bestia el anca descansada
y fluye como luz alumbrando una desdicha,
una explosión astral que quedó quieta,
una escritura de astros que al sur llama
y que busco insaciable noche a noche
tratando de encontrar la solución de una ecuación sin dueño.
He aquí la cosa vasta de ese alto vivir sobre la tierra,
despreciando el rumor del mar lejano
que sólo puede gozar a ras del suelo,
en tanto lo inefable se separa y huye llenando con frescor
de abismo mi frente descubierta.
Es hora de postergar cualquier pedido,
la Cruz del Sur está sobre la pampa y el estuario es inmenso,
el camino está hecho y no está hecho,
lo dicho no está del todo dicho,
hubo un desgarramiento en el inicio, el mar tembló de miedo,
se ordenaron las órbitas, y ascendió la edad sobre la tierra,
pero quedaste ahí, marcando mi destino, mi propia cruz,
mi cruz iluminada
señalando el camino de mis futuros versos.
 
                                           Norma Menassa.
 

YENDO DE UN OTRO AL otro, ESE INICIO DEL SUJETO....

La traza como impresión queda borrada y el sujeto es segundo de sí mismo, hace desaparecer la traza, pasando a través de ella misma para transformarla en mirada, en hendidura, en borde, en escritura, en firma que reemplaza o metaforiza la traza a veces transformándola en simple cruz, aquella del que no sabiendo escribir hace suficiente un trazo y su tachadura. La traza se transforma en sombra, porque ese A está necesitado de dar vida a un a) para a su vez poder darle vida a un sujeto. De esta manera la traza queda reducida al nivel de la sustancia, y quedará escritura en relación siempre con una mirada como objeto a). Del A quedará como epifenómeno de existencia humana un a) con el que siempre estará el significante relacionado.

lunes, 22 de junio de 2009

Y UN POEMA TAMBIÉN

UNA CAIDA EN EL VACÍO
 
Revisé el mar y encontré zócalos submarinos
y un olor a orilla natal, donde alguna vez estuve sumergida,
y huí,
como un jinete vestido con espuma, a ninguna ribera,
a ningún inicio porque mi gloria estaba en las arenas
y sólo quería detenerme donde empieza el desierto,
una palabra más, que se combina con destierro.
 
Sobre esqueletos marinos voló mi infancia y todo lo simple quedó allí.
 
Después, sólo un después, la vida se espesó
y buscó su sombra en los reinos de algún Dios
que me gritó: Mendiga!
 
No pedí más,
y eché al fuego algunos manuscritos
algún poema endeble,
algún clamor de Príncipe exiliado brotando de mis labios
como una insurrección.
 
Cayó mi imperio
fundado por tumultos, pasiones, averías, argumentos inútiles
metidos como hocicos que venteaban el paso sin pausa
de ese tornado que se apiadó de mí y fué mi aliento,
que pronunció una sola y larga frase contando mis errores,
esa manera equivocada y desabrida de estar como una miliciana
cuidando que no se muevan las arenas con el viento.
 
No fué la soledad, fué la caída,
un golpe en la cabeza y me dormí
soñando un sueño sin imágenes,
un sólo de violín,
algunas notas y cuerdas enredando mis brazos
y quedé allí, donde quedó lo simple,
desnuda marioneta flotando entre las nubes.
 
                                                                       Norma Menassa 

UN POCO DE PSICOANÁLISIS

ACONTECIMIENTO Y GOCE

  

Para el psicoanálisis, un acontecimiento es del orden del decir, es lo que viene a alterar lo inmutable y ellos son el amor y el goce fálico.

Sólo actúan a modo de sustitución, ya que la relación sexual es imposible, y no hay el goce sexual absoluto, en cambio el amor y el goce fálico son posibles.

Hay desencuentro en el goce sexual ya que un sexo no puede gozar del otro sexo porque rige una estricta diferencia que los condena a la separación, son uno y otro, sólo se parentiza esta separación a través del artificio del amor y se susutituye la imposibilidad que existe en el plano del goce sexual, a través de la posibilidad del amor, ya que el amor, sí es posible.

No es que lo imposible deje de existir sino que el amor lo recubre como una máscara. La verdad es la verdad del desencuentro pero habría una falla de la verdad, que la descompleta, y que es el amor que siempre tiende a anular esa necesidad lógica.

 

 

lunes, 15 de junio de 2009

Enviado por Gaby


A un hombre de gran nariz

 

Francisco de Quevedo (1580-1645)


Erase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una alquitara medio viva,
érase un peje espada mal barbado;

 

era un reloj de sol mal encarado,
érase un elefante boca arriba,
érase una nariz sayón y escriba,
un Ovidio Nasón mal narigado.

Erase el espolón de una galera,
érase una pirámide de Egito,
las doce tribus de narices era;

érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.

 




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viernes, 12 de junio de 2009

miércoles, 10 de junio de 2009

NOS AMÁBAMOS


    NOS AMÁBAMOS

                    a Alberto Briscioli

Amábamos las lluvias de Neptuno,
los pájaros de fuego,
lo abierto de las flores,
los espejos del alma.
Amábamos cualquier espejismo encapsulado,
las visiones, los malentendidos,
las palabras rotas, el sinsentido.
Sobre todo, amábamos el equilibrio
de los amaneceres,
las raíces liberadas del crecimiento.
Amábamos las piedras preciosas,
las penumbras iluminadas,
y toda certeza inalcanzable.
Amábamos los pieles rojas,
las hendiduras de todos los secretos.
Nos amábamos.

(del libro de Lucía Serrano "Blues para la corona")


¿Cuál de estas 16 personalidades es la tuya? ¡Descubrí quién sos realmente!

domingo, 7 de junio de 2009

Enviado por Gaby


Textos de Charles Bukowski

CONFESIÓN


Esperando a la muerte
como un gato
que saltará sobre la
cama.

Estoy apenado por
mi esposa.
Ella verá este
cuerpo
rígido
y blanco.

Lo sacudirá una vez, entonces
quizás de nuevo:
"Hank"
Hank no
contestará.

No es mi muerte lo que
me preocupa, es mi esposa
sola con esta
pila de nada.

Quiero que sepa
que todas las noches
durmiendo a su lado.
Incluso las discusiones
inútiles
fueron cosas
espléndidas.

Y las duras
palabras
que siempre tuve miedo de
decir
pueden ahora ser
dichas:

"Te amo"

 




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sábado, 6 de junio de 2009

LA INTEMPERIE DEL DISCURSO

Querido:
               Creo que fue el culto al idealismo lo que me ha desviado tantas veces. Cuando Ud. no pudo respirar, pedí a los picos de los Himalayas aire de las alturas.
               Francamente, escribo para encontarme con Ud. entre las letras, esa es toda la pasión que nos une y no es poco decir, por eso a veces Ud. me hace enmudecer, para que no se lo diga, para que no lo confunda, para que sea escritura nuestra relación. Un amor entontecido por el saber.
               Me alegro saberlo un sobreviviente. Después pensé en mí, la imagen perfecta de mí ya que se trataba de decirle a Ud. y recordé: Hija adorada por su padre, envidiada por su madre, hermana sabia y cariñosa de un humor sorpendente, jóven novia de todo el universo. Una mujer del mundo sin identidad aceptada, nadie pudo nunca saber quien era.
               Tuve miles de amigos y enemigos, como si hubiese construído un tablero, con la misma cantidad de fichas para unos y para otros.
                Fui una lectora perspicaz, desechaba profundamente al escolasticismo.
                Cuando me fuí de su lado Ud. se quedó sin aire y yo temí al volver, quedarme a solas con su escritura.

(del libro de Lucía Serrano "Blues para la corona")


¿Cuál de estas 16 personalidades es la tuya? ¡Descubrí quién sos realmente!

viernes, 5 de junio de 2009

En el aniversario de nacimiento de García Lorca


Oda al rey de Harlem

Con una cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.

Fuego de siempre dormía en los pedernales,
y los escarabajos borrachos de anís
olvidaban el musgo de las aldeas.

Aquel viejo cubierto de setas
iba al sitio donde lloraban los negros
mientras crujía la cuchara del rey
y llegaban los tanques de agua podrida.

Las rosas huían por los filos
de las últimas curvas del aire,
y en los montones de azafrán
los niños machacaban pequeñas ardillas
con un rubor de frenesí manchado.

Es preciso cruzar los puentes
y llegar al rubor negro
para que el perfume de pulmón
nos golpee las sienes con su vestido
de caliente piña.

Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente
a todos los amigos de la manzana y de la arena,
y es necesario dar con los puños cerrados
a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas,
para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre,
para que los cocodrilos duerman en largas filas
bajo el amianto de la luna,
y para que nadie dude de la infinita belleza
de los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas de las cocinas.

¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.

Tenía la noche una hendidura
y quietas salamandras de marfil.
Las muchachas americanas
llevaban niños y monedas en el vientre,
y los muchachos se desmayaban
en la cruz del desperezo.

Ellos son.
Ellos son los que beben el whisky de plata
junto a los volcanes
y tragan pedacitos de corazón
por las heladas montañas del oso.

Aquella noche el rey de Harlem,
con una durísima cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.
Los negros lloraban confundidos
entre paraguas y soles de oro,
los mulatos estiraban gomas, ansiosos de llegar al torso blanco,
y el viento empañaba espejos
y quebraba las venas de los bailarines.

Negros, Negros, Negros, Negros.

La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba.
No hay rubor. Sangre furiosa por debajo de las pieles,
viva en la espina del puñal y en el pecho de los paisajes,
bajo las pinzas y las retamas de la celeste luna de cáncer.

Sangre que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardos,
cielos yertos, en declive, donde las colonias de planetas
rueden por las playas con los objetos abandonados.

Sangre que mira lenta con el rabo del ojo,
hecha de espartos exprimidos, néctares de subterráneos.
Sangre que oxida el alisio descuidado en una huella
y disuelve a las mariposas en los cristales de la ventana.

Es la sangre que viene, que vendrá
por los tejados y azoteas, por todas partes,
para quemar la clorofila de las mujeres rubias,
para gemir al pie de las camas ante el insomnio de los lavabos
y estrellarse en una aurora de tabaco y bajo amarillo.

Hay que huir,
huir por las esquinas y encerrarse en los últimos pisos,
porque el tuétano del bosque penetrará por las rendijas
para dejar en vuestra carne una leve huella de eclipse
y una falsa tristeza de guante desteñido y rosa química.

Es por el silencio sapientísimo
cuando los camareros y los cocineros y los que limpian con la lengua
las heridas de los millonarios
buscan al rey por las calles o en los ángulos del salitre.

Un viento sur de madera, oblicuo en el negro fango,
escupe a las barcas rotas y se clava puntillas en los hombros;
un viento sur que lleva
colmillos, girasoles, alfabetos
y una pila de Volta con avispas ahogadas.

El olvido estaba expresado por tres gotas de tinta sobre el monóculo,
el amor por un solo rostro invisible a flor de piedra.
Médulas y corolas componían sobre las nubes
un desierto de tallos sin una sola rosa.

A la izquierda, a la derecha, por el sur y por el norte,
se levanta el muro impasible
para el topo, la aguja del agua.
No busquéis, negros, su grieta
para hallar la máscara infinita.
Buscad el gran sol del centro
hechos una piña zumbadora.
El sol que se desliza por los bosques
seguro de no encontrar una ninfa,
el sol que destruye números y no ha cruzado nunca un sueño,
el tatuado sol que baja por el río
y muge seguido de caimanes.

Negros, Negros, Negros, Negros.

Jamás sierpe, ni cebra, ni mula
palidecieron al morir.
El leñador no sabe cuándo expiran
los clamorosos árboles que corta.
Aguardad bajo la sombra vegetal de vuestro rey
a que cicutas y cardos y ortigas tumben postreras azoteas.

Entonces, negros, entonces, entonces,
podréis besar con frenesí las ruedas de las bicicletas,
poner parejas de microscopios en las cuevas de las ardillas
y danzar al fin, sin duda, mientras las flores erizadas
asesinan a nuestro Moisés casi en los juncos del cielo.

¡Ay, Harlem, disfrazada!
¡Ay, Harlem, amenazada por un gentío de trajes sin cabeza!
Me llega tu rumor,
me llega tu rumor atravesando troncos y ascensores,
a través de láminas grises,
donde flotan sus automóviles cubiertos de dientes,
a través de los caballos muertos y los crímenes diminutos,
a través de tu gran rey desesperado
cuyas barbas llegan al mar.


enviado por Marcela

jueves, 4 de junio de 2009

poema de Lucía Serrano

LA CONSIGNA

 

Poco importa si eres extranjera a mis abismos.

Aceptarte como si fueras un suspiro del viento,

una flor que me habla, o la pluma que escribe

bajo las estrellas y la acompañan sueños.

 

Tu consigna te acercas a mis bosques,

y te dejo vivir terrible, distraída.

 

Te dejo ahí, bajo el verde del pasto

frío, en las mañanas de invierno.

 

Solo te encuentro a veces

para hallar del rodeo las verdades

que ocultan las palabras

que no te pertenecen.

 

Te tomaré para dejarte

y ese será el amor,

solo un instante,

adiós terrible desconcierto.

 



¡Es hora que descubras quién sos! Alguien puede conocerte mejor que vos mismo.

ESTA VEZ TAMBIÉN HICIMOS EL AMOR EN BUENOS AIRES

Un soplo original llevando mis pasos a tu encuentro.

Una humedad dando al abismo y la neblina,

mis labios vivos pronunciando otros nombres de ausencia

para poder jugar en un vasto anfiteatro espantando

la misma queja sin medida sobre

la inapropiada propiedad a la que me rendía confinada.


Esta vez no divisé las cosas errantes de este mundo

siempre hubo el amor y este furor sobre la cima del deseo

con su ala de gaviota trastornada.



Gran manipulador de encuentros el viento sobre el río

husmeaba el tema de la nada y tu mano en mi mano tomaba tal altura

que terminó cortada a pique en el umbral de casa,

mientras que en los confines un coro de muchachas malqueridas

erraban temerosas entre ilícitos en medio de la vida ciudadana.


Sobre el lecho que luego abandonamos

quedó el poema de la noche en medio del despojo,

cabellos en la almohada, plumas volcadas en la alfombra,

susurros de un lenguaje puro, con palabras aladas, sin oficio,

nombrándonos entre mi árido perfume a siempre viva

y tu perfume de axila encadenando el curso del ciclón sobre este mapa

para configurar el rostro de algún sueño.


Partimos como parten los buques de la infancia

en medio de un sonido y no bastaba reír bajo las lágrimas,

hicimos el amor en este puerto,

tu te quedaste velando entre las guerras

yo quedé ciega aliviando el dolor de la demencia

en un gran almacén vendiendo fábulas.



Norma Menassa


martes, 2 de junio de 2009

TRABAJANDO LOS AFORISMOS Y DECIRES

"Vivimos rodeados de alimañas y sin embargo, hay que seguir. Termino con la desesperación como método y dejo que la suprema inteligencia poética que vive en mí guíe mis pasos.

Alondras sorprendidas en el instante del reposo. Alondras golpeadas por la civilización, su canto se hará feroz, indomable.

Para luchar contra las máquinas, la combustión tiene que ser hasta el final. No mas reposo, la guerra es todo el tiempo.

Es necesario escribir un verso más que ellos que diga: así debe ser, todo lo contrario".


Aforismos y decires, de Miguel Oscar Menassa

Nro. 382


"Así no podíamos seguir, le dije que era necesario pasar de tantas emociones que tenían en vilo a mi corazón, a otra desnudez, una desnudez que no evocara ningún sentimiento, porque temía por mi vida. Había acercado su daga a mi garganta tantas veces que me propuse que esa sería la última. Tenía que pegar el salto de la linealidad de los hechos que venían sucediéndose y que me hacían sufrir hasta llegar a un grado de desesperación que se me imponía ya como un estado, porque la desesperación me acompañaba en todos los actos de mi vida. Me sentía sometida a su maldad que intentaba destruirme en cada frase que me destinaba y quedaba como hipnotizada, sin capacidad de respuesta. Yo tenía recursos para enfrentarla pero me anonadó el monto de su violencia nunca imaginada por mí, siempre diluida en mí por esa capacidad de transformar los dramas de mi vida en novelas o poemas o sueños que terminaban siempre en un amanecer de colores que sorprendían mis sentidos. Yo había crecido muy cerca de los pájaros que sobrevolaban un mar calmo, sin ansiedades, buscando mi alimento a ras de la sal marina y de esa inmensidad que siempre prometía un alimento y la certeza de la continuidad de una sobrevivencia. La daga me espantaba y un mandamiento se me imponía con un "no matarás" como un grado de civilización que me mandaba a buscar otras maneras de enfrentarme con la dureza del acero, con las improntas maquinales que cual tanques de guerra amenazaban pasarme por encima. Había llegado a la conclusión que la verdadera pintura no usa un fondo de imágenes sino que las imágenes van surgiendo de un tranquilo fondo sin figuración, la tela en blanco, sólo un tono apartado de cualquier lenguaje literal y decidí no hablar más porque las palabras no podían remediar esa visceralidad que pedía mi sangre para que la daga encuentre su sentido.

Un renglón más y mi inteligencia se abstuvo de algún tema en particular, y mis estrategias se transformaron y puse en el cielo un pavo real y en las aguas puse a flotar el cadáver de todos los enemigos y en vez de las semejanzas busque otras armas que las letales y declaré la guerra permanente de palabras que ya no actuaban como ninguna excepción sino que fueron la norma de mi vida. No descansé y mi vida se desligó de las pertenencias de tal manera que ya no era mi vida sino que era la vida que miraban los ojos de mi inteligencia que eran los ojos de una imaginación sin imágenes. En esa transparencia y frente a la falta del azogue ella tiró la daga y la vida entró en mí, de una manera natural, desatando nudos con el viento universal de todas las lenguas y su historia, como un latido nuevo, como si la vida fuese un mas allá de los contrarios".

Enviado por Norma Menassa.

"ATLAS" CRÓNICA DE VIAJES DE J.L BORGES

 
1983
 
En un restaurante del centro, Haydeé Lange y yo conversábamos. La mesa estaba puesta y quedaban trozos de pan y quizás dos copas: es verosímil suponer que habíamos comido juntos.Discutíamos, creo, un film de King Vidor.En las copas quedaría un poco de vino. Sentí, como un principio de tedio, que yo repetía las cosas  ya dichas y que ella lo sabía y me contestaba de manera mecánica. De pronto recordé que Haydeé Lange había muerto hace mucho tiempo. Era un fantasma y no lo sabía.No sentí miedo; sentí que era imposible y descortés revelarle que era un fantasma, un hermoso fantasma.
El sueño se ramificó en otro sueño antes que yo me despertara.
 
Jorge Luis Borges
(1999. Ed Lumen)


Enviado por Alejandra  Madormo




Tus elecciones hablan por vos. ¡Conocé quién sos realmente!

lunes, 1 de junio de 2009

Cuento

Introductio necesarium: Ahora casi todo el mundo conoce Charata, en el norte Argentino, por ser el pueblo con más infectados de dengue. Pero para mí suena diferente porque nací ahí. Este cuento cuenta una historia que pasó hace muuuuchos años, cuando creía que el tamaño del Universo no era mucho mayor que ese pueblo. (Dios mío, tal tuviese razón)

LAGUNA"PATA DE PALO", ADIOS.

"Aguas del recuerdo, voy a navegar"

Don Abraham Kanoff fue el personaje mágico de mi infancia. Era muy diferente del resto de los 5.000 habitantes de Charata... "Nuestro pueblo está el centro geográfico de la provincia del Chaco", nos dijo una maestra de la primaria. "Y fue fundado por Alvar Núñez Cabeza de Vaca" continuó. "Y el nombre se debe a que encontró a unas perdices, que parecían decir charat..charat...y de ahí Charata" concluyó. Para entender la importancia que tenía ser el diferente en Charata, hay que señalar que Charata era quizás el pueblo más extraño de todo Argentina. Los que vivíamos allí lo sabíamos largamente. Y nos acostumbramos. Algunos forasteros de paso y otros que vinieron a quedarse, llegaron a asombrarse con algunos hechos que para nosotros no merecían ya ningún comentario especial. Por ejemplo la amistad que se armó entre el nuevo cura que era español y el principal comerciante que era judío, a tal punto que éste le financió al cura la construcción de una nueva Iglesia fascinante y el proyecto fue nada menos que de Williams, el arquitecto argentino más conocido en todo el mundo, inventor del bidet y amigo de Gaudí entre otras cosas. Fue el primer pueblo de la provincia en donde se descubrieron drogas en una fiesta escandalosa.

Creo que una de las causas era la riqueza de la zona. Además de plantaciones extensas del algodón más fino, justo se estableció ahí la empresa láctea más grande de toda la región. Había muchas armas de caza. Mucho alcohol. Y hasta salimos en los diarios nacionales por ser el pueblo con más coches por habitante. Fue el primer pueblo del Chaco que tuvo una radio y se contrataban artistas importantes que venían a tocar exclusivamente a nuestro pueblo en ocasión de algún evento importante.

Otra rareza. Las vías del tren dividieron al pueblo en dos partes y se formaron los de este lado y el otro lado. Cada lado tuvo su equipo de fútbol, mientras los demás pueblos tenían uno solo. La rivalidad fue enorme. Un día ambos equipos estaban jugando para definir cuál iba a representarnos en un campeonato provincial, cuando de pronto un simpatizante del equipo de este lado entró a la cancha gritando que los de el otro lado, estaban jugando con doce hombres y recibió un disparo de un rifle de aire comprimido que lo costó un ojo. Cuando el gobierno nacional decidió construir una nueva escuela en cada pueblo, las discusiones sobre de qué lado debía estar, fueron tan interminables que tuvieron que hacer una escuela en cada lado.

Pero había algo más. Que no ero algo más. Para mí era lo más importante. En los alrededores cada tanto caía un meteoro, como si hubiera un agujero en el cielo justo sobre nosotros. Era impresionante ver una bola enorme de hierro que había venido de allá arriba. Muchas veces caían personajes de Buenos Aires a buscarlos. Físicos, astrónomos y hasta arqueólogos. Miraban, cavaban, fotografiaban, los robaban. Y hasta embarazaron a alguna desprevenida lugareña. Yo, no sólo era el más apasionado defensor de la teoría que eso tenía que producir algunas rarezas en nuestras vidas, sino que justo a mí me tocó descubrir en un libro de preguntas poéticas una que decía: "Dónde están las viñas de hierro de dónde caen los meteoros?". Cómo llamar casualidad a ese encuentro en el cual la letra confirma la intuición.

¿Por qué de ahí salían boxeadores importantes, artistas, locutores que luego oíamos por las radios de Buenos Aires, corruptos que tuvieron notas en grandes medios, un maestro que llegó a ser Ministro de Educación? Además una poderosa logia que se reunía secretamente y que entre otras cosas traía mujeres hermosas que luego nunca más veíamos. Y aunque sé otras cosas y nombres, elijo no abundar en el tema, principalmente por miedo. No sé si eso siguió o sigue y no sé quién puede leer esto. Y además no agrega a lo esencial de la historia. Y resulta que en este pueblo singular, decíamos, Don Abraham por lejos, era el más raro.

No sólo el más raro, también "el más forzudo", decían de Don Abraham en el bar de Rodríguez. Lugar en donde se rebautizaba a los personajes del pueblo y también se decidía la moral de las mujeres. Allí cuando se encontraban "El Sexto", sobrenombre puesto por sus 6 dedos en la mano derecha, y Don Sosa, que por un hachazo accidentado tenía 3 también en su derecha, decían bien fuerte "choque esos cinco" Las risas siempre festejaban este frase, como una ceremonia.. Ahí fui testigo varias veces, de la entrada por la puerta grande del bar de Don Abraham. Siempre se producía un súbito silencio. Y después volvían los ruidos en un suave crescendo. Además, yo fui uno de los ocho chicos que una vez nos colgamos al mismo tiempo de sus brazos, cuatro en cada uno. Nos levantó como a una pluma. Lo mismo hacía con su Ford A, hasta dejarlo en dos ruedas, como en esas historias donde una madre lo hace para salvar a un hijo y luego queda internada. Pero Don Abraham quedaba tan campante. Parecía que todo lo podía. Recuerdo aquella vez que en el bar escuché, por accidente, "ese, mira mucho a una mina y la embaraza". Con semejante fama, poco después fue a nuestra casa a ver a mi padre y como éste aún no había llegado, mi madre lo hizo pasar para esperarlo. Para qué. Cuando papá llegó los encontró charlando en el comedor. Se puso blanco. Nunca lo había visto así. Y cuando Don Abraham se fue, le gritó a mi madre como jamás lo había hecho. ¡¡"Y si yo no estoy, acá no entra ningún hombre y mucho menos ése"!!. Ese era Don Abraham. Una sola visita suya aportó a mi vida un nunca y un jamás. Nadie era tratado así en el pueblo.

En la laguna Pata de Palo, por ejemplo, cuando él la recorría nadando, todos se corrían a su paso, como para no importunar su fluir. A propósito: yo adoraba esa laguna. Tal vez otros también, pero como yo... no sé. La laguna Pata de Palo, era como un oasis que se hizo verdad en la aridez chaqueña. Era la única posibilidad de nadar si vivías en mi pueblo, lejos de los ríos y mucho más del mar. Nadie tenía pileta porque el agua escaseaba, hasta se compraba. Cuando no venía la lluvia aparecía el camión tanque con su larga manguera hasta el aljibe.

Cuando el clima y sobre todo mis padres, lo permitían, yo iba a la laguna, y en verano era todos los días. Nadaba pecho, y por debajo del agua, y hacía la plancha y escupía agua para arriba, imitando una ballena que conocí en un cuento, y creo que me sentía tan feliz, que cuando la tía Esther me habló en secreto de las otras vidas que todos tuvimos, yo me imaginé pez en alguna de ellas.

Después de nadar hasta agotarme, el viejo que vivía por ahí y parecía el dueño del lugar, me alcanzaba una toalla dudosa, y mientras yo me la pasaba por la espalda, él, esperando la moneda, solía rascarse la pierna sana, con la otra, de la cual se veía que terminaba en un palo.

-Es de quebracho- decía medio orgulloso -el mismo que se usa para los durmientes de las vías-agregaba. -Así que si aguanta el paso de trenes y trenes, durante años, imagínense para cuánto tengo pierna- concluía.

Un día todo cambió.

Se cumplió eso de que las cosas deseadas se corren de lugar y quedan fuera de nuestro alcance. Don Abraham llegó a la laguna y como solía hacerlo, buscó el punto más alto en la orilla, en donde había algo así como dunas, pero de tierra. Se subió a una de ellas y se tiró de cabeza. Tardaba en salir, pero no era la primera vez. Solía bromear aguantando largamente bajo el agua hasta hacernos creer que se había ahogado. Y luego emergía violentamente, con velocidad de sorpresa y como un molino girando los brazos, más tremendos resoplidos. Parecía que transformaba el aire en viento.

Pero esta vez, ay ay ay, no fue una broma. Al zambullirse chocó su cabeza contra una piedra y se "desnucó", dijeron. Estuvo semivivo una semana. El médico, que también era el de mi familia, nos contó que alguien común hubiera muerto en el acto.

El velorio y el entierro fueron únicos, inusuales para el tamaño de nuestro pueblo. Recuerdo a un santiagueño preguntando al lado mío con tono pícaro "¿Murió Antonio Tormo?", un ídolo del chamamé que cuando venía a actuar se juntaba todo Charata.

Pasaron los días y nadie hablaba de la laguna. Yo no me atrevía a preguntar. Así pasó un mes. A los de mi barra les pasaba lo mismo. En sus casas, nada sobre el tema. Uno de ellos, Luisito, tomó coraje, y le preguntó a su madre cuándo iban a volver a Pata de Palo. Nos contó que la madre, como única respuesta lo miró con cara de "a vos te parece".

Una semana después, fuimos en secreto, sin que lo sepan los mayores. No había nadie. El viejo Pata de Palo nos saludó con un gruñido. Ni siquiera tenía a la vista sus flacas toallas. Nos fuimos sin meternos en el agua, y eso que debajo de los pantalones teníamos puestas las mallas.

Al tiempo volví solo. Temeroso, deseante y en total secreto.. Esta vez ni el viejo estaba. Había un pequeño cambio: el agua estaba o parecía más oscura. Dudé. Y dudé. Al fin me metí. Con un miedo... Nadé lo más lejos posible de donde sucedió lo que sucedió. El agua estaba fría como nunca antes. Y parecía más pesada, o más dura. Pensé en algo ridículo, algo así como que la laguna también había muerto con Don Abraham, y que yo estaba nadando en su cadáver. Después de eso salí rápido, mientras en mi pecho sentí temblando el galope de mi corazón. Tá tá tá tá....Nunca volví. Nadie volvía. Los grandes tomaban otros caminos como para ni pasar cerca.

Iba a poner como final de este recuerdo: A esta laguna, la secó algo más fuerte que el sol. Porque hasta el sol va a morir. Y será silencio. Pero me sonó falso, escrito por alguien muy diferente a lo que yo imagino de mí. Será por eso de buscar un final que suene chán chán, la frase perfecta, la materia toda resuelta. O porque quería impresionar, volverme universal por pintar con brillos la aldea. Tal vez fue para no tener que confesar esto que es más estúpido todavía que esa frase: Hoy me di cuenta que nunca me había podido despedir de ese lugar en el que fui ruidosamente feliz Que tenía ganas de decirle adiós.

Tom Lupo