Dejo de ser.
Abrazo de un salto
el halo frágil de una voz
y entrego
a cualquier palabra
el ritmo de lo humano.
Vivo en los territorios
donde la vida
siempre toca fondo.
Miguel Oscar Menassa
martes, 30 de agosto de 2011
lunes, 29 de agosto de 2011
jueves, 25 de agosto de 2011
Demonio de la muerte
Tengo para entregarte mis endemoniadas pasiones,
mi carne joven quemada por el viento,
para nombrarte
reservo por si acaso
mis palabras.
Miguel Oscar Menassa
mi carne joven quemada por el viento,
para nombrarte
reservo por si acaso
mis palabras.
Miguel Oscar Menassa
miércoles, 24 de agosto de 2011
martes, 23 de agosto de 2011
Aforismos y decires
miércoles, 17 de agosto de 2011
lunes, 15 de agosto de 2011
Huyo de mi propia luz
Huyo de mi propia luz
porque mi propia luz
no es la luz del hombre.
Soy entre nosotros
el que desata
los nudos más lejanos.
La soledad
más que un hábito
es una condición
de la belleza.
De su libro: "La poesía y yo"
porque mi propia luz
no es la luz del hombre.
Soy entre nosotros
el que desata
los nudos más lejanos.
La soledad
más que un hábito
es una condición
de la belleza.
De su libro: "La poesía y yo"
jueves, 11 de agosto de 2011
Aforismos y decires
miércoles, 10 de agosto de 2011
martes, 9 de agosto de 2011
Las lápidas son desaforadamente pesadas
No comprendés, la distancia es el mar, las mil leguas marinas que nos separan irremediablemente.
Cuando estábamos todos en el puerto, todos éramos iguales.
Después llegó la hora de embarcarse, la nave construida, las amarras rotas.
Yo preferí el mar, vos la tierra.
Desde el mar te tiré los cabos necesarios, las escalas necesarias. Fue imposible. Desde la arena me hacías señales luminosas incomprensibles; recuerdo una noche que me entretuve en las señales, casi me voy a pique.
Después el mar me fue ofreciendo nuevas palabras, nuevas conjeturas, mi piel en tanto iba adquiriendo las características de los viejos lobos de mar. Mis aullidos eran aullidos desprovistos de fe. Lo importante era emitirlos y no que alguien los escuchara.
Mi barco era pequeño y veloz, vos no pudiste soportar tanta velocidad.
Miguel Oscar Menassa
Cuando estábamos todos en el puerto, todos éramos iguales.
Después llegó la hora de embarcarse, la nave construida, las amarras rotas.
Yo preferí el mar, vos la tierra.
Desde el mar te tiré los cabos necesarios, las escalas necesarias. Fue imposible. Desde la arena me hacías señales luminosas incomprensibles; recuerdo una noche que me entretuve en las señales, casi me voy a pique.
Después el mar me fue ofreciendo nuevas palabras, nuevas conjeturas, mi piel en tanto iba adquiriendo las características de los viejos lobos de mar. Mis aullidos eran aullidos desprovistos de fe. Lo importante era emitirlos y no que alguien los escuchara.
Mi barco era pequeño y veloz, vos no pudiste soportar tanta velocidad.
Miguel Oscar Menassa
lunes, 8 de agosto de 2011
jueves, 4 de agosto de 2011
5 de Julio de 1977
Estoy escribiendo sin saber, otra vez más.
Un dolor intenso de mis músculos respiratorios me recuerda que dicha función es una función vital.
Respirar o no respirar, es al fin, el único problema del hombre. Como siempre, y otra vez más, escucho tangos. Una voz interior, un murmullo lejano, una fe.
El dolor me acompaña todo el día, la respiración es una función permanente.
Resistirse a ella, es verdaderamente agotador.
Dejar de respirar, por ahora, es imposible.
Del libro: "Poética del exilio"
Miguel O. Menassa
martes, 2 de agosto de 2011
Las 2001 Noches
NOCHE 282- Trabajando la eterna soledad del alma, sostenido viento donde el tiempo de los hurones destinados a percatarse de la eterna soledad de las estrellas, arcas devenidas mares sangrientos.
Vientre pariendo universos, no queremos ser más, simples profesionales del alma. Es feliz la realidad, serpiente encasquetada, dolor enorme del saber escondido de la nada. Como me gusta perder el tiempo de la dicha, es decir, nadie ha de querer volver a amar los rastros arteros de la nada.
Es verosímil que el hombre hable de los disolventes y enfermizos roces perennes de los dichoces días del pasado, aquella situación terca del dolor ajeno, por todas partes alegremente llevado a tristezas marinas encontradas.
Estoy en mí, luciénaga enamorada del tiempo de los envueltos mariscales asesinados, en el que la vista del dolor hablaba del tiempo en que nos comíamos el amor.
Miguel Oscar Menassa
Vientre pariendo universos, no queremos ser más, simples profesionales del alma. Es feliz la realidad, serpiente encasquetada, dolor enorme del saber escondido de la nada. Como me gusta perder el tiempo de la dicha, es decir, nadie ha de querer volver a amar los rastros arteros de la nada.
Es verosímil que el hombre hable de los disolventes y enfermizos roces perennes de los dichoces días del pasado, aquella situación terca del dolor ajeno, por todas partes alegremente llevado a tristezas marinas encontradas.
Estoy en mí, luciénaga enamorada del tiempo de los envueltos mariscales asesinados, en el que la vista del dolor hablaba del tiempo en que nos comíamos el amor.
Miguel Oscar Menassa
lunes, 1 de agosto de 2011
Aforismos y decires
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